domingo, 11 de mayo de 2008

Rincones

Te recuerdo de cuando no te conocía,
y el espejo de tu rostro era todo de marfil
Son esas, tus danzas solitarias en alguna playa
las que con sus sombras me siguen burlando.
Eras un pétalo que tiritaba en las esquinas,
un arroyo de tinta escribiéndote en alguna pared
Ardías antes de inyectarte en mi sangre
porque te iba a encontrar aún con ojos ciegos.
Pero qué brújulas me arrojaron en tu islote
después de tanto nadar a orillas de extraños
Quién escapara al fin de esta nomenclatura
de torvas miradas y manchados desiertos.
Y aquí, tendiendo un balcón hacia la noche,
con la música de un piano perfumando el aire
Retoco tu crisálida con nuevos mitos porteños
o el falso almanaque de tus ojos como nervios.
Y las grúas portuarias se hamacan en celo
con los vientos del oeste que fingen mi prisa
O las cosas de octubre murmurando un encuentro
sin ángeles de cera ni prestados martirios.
Callo porque sé qué es lo que aún te aferra
a esos bueyes que tironean del pasado
Deseo que te abrigues en mis brazos ausentes
mientras pierdo entre las rejas, entera, mi alma.
Así vago por jaulas de un zoológico vacío;
con tu marca en mi frente alumbro el camino
Sin iras ni esperanzas ni cruces ni olvidos
ni árboles ralos que me guarden un nido.
Si acaso nuestros ríos son tributarios
o el sol te hizo y deshizo entre nubes pasajeras
Hoy el andar se me hace aún tu cuerpo,
encrucijada de rincones y nuestro aliento.

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